Dado que este punto trata acerca de la hidratación, es inevitable empezar hablando del agua, el cual es el componente más abundante del organismo humano (aproximadamente un 65 % de nuestro cuerpo es agua). El agua es un nutriente no energético (acalórico) pero fundamental para que nuestro organismo se mantenga correctamente estructurado y en perfecto funcionamiento. De la misma forma que el agua es esencial para el organismo, el mantenimiento del equilibrio hídrico es fundamental para cualquier ser humano. Todo desequilibrio del mismo puede afectar negativamente al rendimiento físico y atentar contra la salud del organismo. El consumo o ingesta hídrica procede principalmente de tres fuentes: bebidas, alimentos y agua metabólica resultante de las reacciones químicas que se suceden en nuestro organismo.
La práctica del ciclismo genera una gran tasa sudoración ( bajo determinados parametros ambientales) que en muchos casos puede provocar estados de deshidratación que reducirán el rendimiento óptimo y saludable[2] . Esta sudoración permitirá eliminar el calor generado por el esfuerzo físico mediante la evaporación.
Por este motivo, resulta necesario tener presentes algunas recomendaciones y pautas para el control hídrico.
Al respecto, el Colegio Americano de Medicina del Deporte (ACSM, 2007) ha manifestado un posicionamiento donde quedan reflejadas las recomendaciones que su organización realiza con el fin de garantizar un adecuado control hídrico:
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